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lunes, 24 de octubre de 2016



Me envuelve una tormenta de sentimientos y emociones que golpean a proa y popa con intención de volcarme y hacerme naufragar. Me aferró al timón e intento controlar mi nave, intentó no ceder a ella, no cede a las olas que intentan hacerme a añicos ni a los bondadosos truenos que intentan acabar de un golpe de luz mi sufrimiento.
Y es que hay veces en que la marea es tan fuerte que me fallan las piernas y me inunda el deseo de soltar, dejar ir el timón y observar como el mar debora todo a su paso... Otros días la marea es baja, otros días solo requieren la mínima fuerza necesaria para seguir avanzando... Y entonces, hay pequeños instantes en el viaje en que llego a un acuerdo silencioso con la marea, yo no intento avanzar, y ella mantiene la mar en calma y los truenos a raya... Ambas sabemos que nuestra pequeña tregua no durará, ambas sabemos que yo volveré a intentar avanzar y ella volverá a desatarse para impedirlo. Pero, ¿si este es el momento calma dentro de toda mi tormenta?
Me aferro a él con todas mis fuerzas.

sábado, 23 de julio de 2016

Carta a Peyton Sawyer




Y entonces, supe que ibas a ser un personaje importante para mi. El simple hecho de que llevo intentando escribir estas líneas durante meses, lo demuestra. Tiene gracia, no has sido mi personaje preferido, es más, al principio te tenia cruzada, y luego, luego llego ese instante, ese momento de lucidez en que entendí porqué provocabas tantas cosas en mi, me veía reflejada en ti en cada pequeño aspecto, acción o pensamiento que cruzaba tu mente. Tu pasión por el arte, el deseo de crear algo con un significado, que remueva tu interior... La manera en que aprecias la música, deleitando cada acorde como si fuera el último, tu escape, tu musa...

Pero no eran solo tus pasiones, era también tu forma de ser. Tu deseo de ser comprendida, amada cuando no eres capaz de hacerlo tu misma. La soledad que te rodea, y la forma en que intentas llenarla, utilizando cada recuerdo que se postra ante ti, aunque te destruya poco a poco. Es el deseo de demostrar tu amor hacia los demás, de preocuparte por ellos y dar todo lo que tienes y más para que sean felices, aunque estos te lo compensen con un golpe tras otro... Pero es también tu esperanza, tus sueños, tus ganas de salir adelante. La fortaleza para ponerte en pie después de cada golpe y estar dispuesta a luchar todos los golpes que queden. Es el amor que expresan tus ojos cuando te rodean los que quieres. La felicidad que te inunda cuando la música ya no es solo una manera de llenar tu vacío, sino una compañera a lo largo del camino. Es el momento en que el arte, finalmente a cobrado sentido, ayudándote a plasmar cada recuerdo en papel, inmortalizándolo para poder mirarlos un día, y recordar que aunque el camino ha sido duro, lo has conseguido.

Por eso, he decidido escribir esta carta, por eso necesito agradecerte existir, porqué en cuestión de unos meses me has ayudado a entenderme a mi misma, a niveles que no pensaba que podría, me has ayudado a tener esperanza y a usar mis escapes como algo más que escapes, como un medio para expresarme, como un medio para crear y ser comprendida.

Gracias,
Carla.